Estaba enamorada, o al menos así lo creía
ella, al fin y al cabo, que es el amor, en cierta ocasión escuchó, que cuando
no sabes muy bien lo que sientes por alguien que te gusta, eso, es que es amor,
sentía pasar los días lentamente estando lejos de el, y en los demás, el tiempo
siempre era insuficiente, tan solo importaba la intensidad de las caricias, de
los interminables abrazos y besos, que siempre son pocos a juicio del enamorado,
esas cómplices miradas cargadas de pasión y deseo, capaces de trasmitir tanto
sentimiento, entonces, las manecillas del reloj se antojaban indiferentes y
enmudecidas.
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